MUSICA EN NARIÑO


Las sociedades de los Andes centrales, incluidos Bolivia, Perú, el norte del Ecuador y el sur de Colombia, han concebido, desde épocas prehispánicas, al mundo, a la naturaleza y al cosmos como la unión de fuerzas opuestas que a su vez son complementarias.
Este concepto se materializó en la música con el uso de instrumentos machos y hembras; en el sonido dulce de la flauta de Pan, que acompañó al agudo y disonante sonido de las ocarinas; en el potente silbido de las trompetas frente al profundo sonido de los caracoles. Así como en la danza, donde el tintineo de los sonajeros metálicos, atados a los tobillos, marcaron el compás en las diferentes ceremonias y rituales de lluvia y sequía, frío y calor, siembra y cosecha; todo con significados duales.
Los instrumentos de viento y en especial las flautas de Pan ocuparon un lugar destacado en el ritual; su uso recaía en las personas de más edad y con amplios conocimientos musicales, por lo que su sonido se asociaba con jerarquía. En Nariño y Carchi son comunes las figuras arqueológicas elaboradas en arcilla con la representación de personas importantes sentadas sobre bancos interpretando este instrumento.
La flauta de Pan es por naturaleza un instrumento dual pues su armonía e integridad musical depende de la unión de dos flautas; cada una es la mitad complementaria de la otra. Para su interpretación es necesaria la presencia simultánea de dos músicos quienes de común acuerdo alternan las notas en la producción de melodías. Los orfebres de Nariño y Carchi materializaron el concepto de dualidad, mediante la elaboración de flautas de Pan en oro y en plata, metales asociados a la dualidad masculina y femenina, al sol y a la luna.
En los rituales y ceremonias, chamanes y sacerdotes transforman su cuerpo con máscaras, pintura corporal y el uso de adornos resplandecientes. Bajo el efecto de sustancias psicotrópicas entonaron cantos, gritos y susurros, para convocar a los espíritus alrededor del ritual. La voz y el canto, copiados de los animales y de las fuerzas de la naturaleza, permitieron al chamán entrar en trance y de esta forma comunicarse con los espíritus.
Con el canto recrearon el mito que perpetúa el orden ancestral, legitima el poder y consolida el sentimiento de pertenencia. La representación de hombres con la boca abierta, modelados en arcilla, sugiere el poder y la importancia del canto en estas sociedades.

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